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Seguir la senda de los incansables


Una semanita he tardado en reflexionar sobre lo vivido el pasado sábado 23 de febrero en el encuentro de Aulas de Canto (pincha aquí para ver fotos) de la Escuela de Alba Serrano (Telde), la Sociedad Musical Villa de Ingenio y la de un servidor, y la conclusión no ha podido ser más que positiva. Un encuentro lleno de ganas de compartir, aprender los unos de los otros y de ser parte de una comunidad más amplia que la que nos ofrece cada una de nuestras escuelas por separado.

Este encuentro ha sido aún mejor si cabe que el anterior, no por el contenido en sí mismo, sino por la entrega, la participación y las ganas por aprender que transmitían cada uno de los participantes al evento que contagiaban las ganas de repetir la experiencia en un ciclo de tiempo no muy lejano. ¡Así dan ganas de hacer más cosas, desde luego!

Le estaré enormemente agradecido a Alba Serrano por su implicación en este proyecto totalmente altruista, en el que creo que puede ayudar a hacer crecer con el tiempo un ciclo de encuentros que faciliten la transmisión de información de una manera libre, la involucración de diferentes disciplinas que intervienen en el canto y que son necesarias para la formación del cantante pero, sobre todo, por crear un espacio en donde todos podamos tener cabida y tener una red de información de diferentes partes de la islas, de sus diferentes escuelas. Quién sabe cómo podría evolucionar esta idea, pero sería bonito caminar para ver cómo adopta la forma de algo más grande, bonito, participativo y de calidad. Como ya he contado en el post del año pasado no es tarea fácil por muchos motivos, pero el saber que cantantes y profesores del calibre de Alba Serrano se presten a este tipo de cosas me hacen creer que no todo está perdido en la idea que siempre ha rondado mi cabeza y que año a año intento hacer crecer de alguna forma y continuar tirando de este carro del que ahora sé que no estoy solo.

Soy un fiel creedor de que hay que enamorarse de sus ideas, pero también verlas transformarse en lo que necesitan ser, en lo que terminarán por ser aunque no sea exactamente lo que yo quiero. Porque no hay reglas escritas para evolucionar, sino caminos por los que andar y descubrir que nos llevan a destinos probablemente aún mejores del que pensaba inicialmente. Espero que el camino que recorro me lleve a lo que mi mente tiene planeado con tanto detalle o al menos me lleve a su esencia inicial, a esa energía que uno quiere transmitir cuando hace lo que quiere porque quiere, porque le nace, como la vivida el pasado 23 de febrero. Con eso creo que mi misión ya estaría más que cumplida.

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