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¡Me siento Flow!


Desde hace ya algunos años, como muchos de ustedes saben, que comencé a impartir las clases de canto en la Escuela de Música de la SMVI donde trabajo como profesor de técnica vocal. Verdaderamente, me sorprende ver la cantidad de gente que no sólo viene para aprender a cantar o mejorar en lo que tanto le gusta hacer, sino para liberarse de ellos mismos. Sí, es cómo una sesión psicológica pero con música y vocalizos, con mimimimimi, ieieieieiii y canciones de los artistas más variopintos.

Mientras trabajo los observo atentamente y estoy convencido de que “liberarse” es definitivamente la palabra que mejor define a lo que me quieren transmitir. Liberarse con palabras mayúsculas, con letra bien grande que se puede ver a kilómetros de distancia. Liberarse de sus temores y de sus propios juicios que infravaloran sus cualidades vocales casi a modo de amenaza: No te asustes, ¿eh? Que yo canto fatal, ¡te lo advierto!; de la vergüenza que produce a veces conocerse a sí mismo porque desconoces el resultado: ¿Tú estás loco? ¡Yo ese ejercicio no lo hago, me da mucha vergüenza!; de adentrarse en una actividad demasiado expositiva para ellos que en algún momento saca hacia fuera todo aquello que llevamos dentro, dejándonos en cueros ante esos ojos expectantes, ansiosos de sentir emociones y, que normalmente, sólo dejamos ver a esos “seres especiales” con los que tenemos oportunidad de compartir viaje.

¡Para ellos el camino ya ha comenzado! Hay que ver cuántos vienen dispuestos a empezar una nueva etapa y sobre todo a superarse a sí mismos. Es increíble como la música y el arte de cantar ayuda en todo este proceso de búsqueda y desarrollo interior. Pero nadie ha dicho que empezar a cantar sea siempre un camino de rosas, y la primera tarea que les atañe es precisamente completar ese proceso de liberación. No sé si todos llegarán a liberarse del todo, pero sí sé que el proceso habrá merecido la pena sea cual sea el resultado final. Porque de una manera u otra, habrán comenzado a sentir el verdadero significado de la palabra “fluir”.

"El hecho de sentirse completamente comprometido con la actividad por sí misma. El ego desaparece. El tiempo vuela. Toda acción, movimiento o pensamiento surgen inevitablemente de la acción, del movimiento y del pensamiento previos, es como si estuviéramos tocando jazz. Todo tu ser está allí, y estás aplicando tus facultades al máximo."

Flow: The psicology of the optimal expierence (Fluir: La psicología de la experiencia óptima), Mihàly Csikszentmihalyi.

¿Quién no ha sentido esto alguna vez?

“Fluir” con lo que nos apasiona, con lo que nos hace sentir vivos y con lo que realmente creemos que merece la pena hacer, es de las mejores experiencias que se pueden tener en la vida. “Fluir” conlleva a la libertad del espíritu mientras se camina, al estado absoluto de consciencia de todo aquello que se realiza con pasión. Es por ello, que dedicar tiempo a todo eso que nos hace feliz nos crea esa adicción incontrolable de querer siempre más, y de ir un poco más allá cada vez.

Es la necesidad de “fluir” la que me hace caminar e indagar en otros caminos menos explorados de mi profesión y profundizar en aquellos que ya son conocidos. Toda esa búsqueda y esa necesidad de comunicación que solemos tener los artistas es lo que me inspira a crear este espacio a modo de cuaderno de viaje, donde compartir e intercambiar impresiones sobre el canto y la música, dar opiniones, explorar nuevas formas artísticas, contar nuestras experiencias y todo aquello que se me pase por la cabeza que pueda tener un mínimo de sentido, y que sea la base de nuestra diversión. Jajaja. Ahora me acabo de releer y no sé si será demasiado pretencioso… Auguri, Rubén! Jajajaja (léase como risa de malo malísimo).

Por lo tanto, en este paso nuevo que doy, declaro oficialmente inaugurado la BLOGrafía de mi Cuaderno de bitácora, del que no estoy seguro qué me deparará pero, de lo que sí estoy seguro, es que me divertiré a montones. Al igual que mis alumnos de canto, me abro una puerta más y buscaré la manera de dar rienda suelta a mis propias motivaciones. A buen ritmo. Sin prisa pero sin pausa. Simplemente, ¡FLUYENDO!

Fotografía de Daniel Trejo
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