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Carta a una sirena


Cuaderno de bitácora

Día 60 del año 1.

Despierto cada mañana en la orilla esperando a que vengas a buscarme. Me ilusiona la idea de que yo sea una opción, tu opción. No ser la guarnición en tu dieta de marinos borrachos a la deriva o naufragados en alta mar. Sueño con verte aparecer, así, de la nada. Como siempre solías hacer. Como me acostumbraste tiempo atrás.

Así nos conocimos en aquella noche de verano en la que trataba de sobrevivir encaramado a una tabla en medio del océano, ¿recuerdas? El cielo era límpido y estrellado, y bajo el inesperado ritmo sereno del oleaje, de repente, TÚ. Apareciste sigilosa desde el más profundo fondo abisal para espantar mis temores y acabar con mi soledad. Me mirabas con esos ojos verdes marinos mientras acariciabas dulcemente mi cara y me cantabas para calmarme.

Desde ese momento te espero, desde el primer momento en que escuché tu canto inmortal supe que te había esperado toda la vida. Y como si de un suspiro fugaz se tratase, sentí mi vida anterior pasar. Y así fue cómo me devolviste al mismo instante de mi nacimiento con la imagen canora de tu voz, y hacerme sentir que mi primera experiencia vivida, fuera realmente la de sentir tus curvas de mujer con escamas dándome el aliento de una nueva energía. Siempre tan delicada, tan misteriosa, tan fuera de este mundo. Me cantabas a diario al llegar el ocaso, me guiabas a través de tu canto por un ondulado camino líquido y estrellado hacia tierra firme. Me salvaste en aquel momento, te lo tengo que decir. Me salvaste la vida protegiéndome, amándome, renunciando a mí, devolviéndome al hogar, a tierra firme.

Pero jamás pensé que no te volvería a ver. Me dejaste en un lugar muy lejano para mí, lejos de todo lo conocido y de todas las personas que conozco. Simplemente me dejaste allí donde nadie pudiese encontrarme de nuevo, ni si quiera yo. Sólo tú sabes dónde estoy y no vienes a por mí. Déjame irme contigo y surcar los mares junto a ti. Vivir mil aventuras junto a ti. Y si eso no fuera posible, devuélveme a mi vida anterior. Devuélveme a ella navegando lo más rápidamente que puedas. Lo que quieras. Pero no me dejes aquí solo, sin ti.

Si algún día te tropiezas con este mensaje en la inmensidad de tu mar, te lo suplico: ¡Ven a buscarme!

Te anhela y desea,

Rubenson Crusoe.

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